La Perón empezó a hacerse a mediados de 1993. La obra demoró dos años, se invirtió $ 1 millón y se la hizo tal cual lo imaginado en el proyecto original: dos carriles; una platabanda y veredas laterales. Eso totalizó un ancho de calzada de 42 metros, lo que la ha convertido en la avenida más holgada de Yerba Buena, y en una de las más amplias de la provincia. No obstante, los planes se trastocaron en lo concerniente a la forestación, ya que debían haberse plantado unas 600 especies arbóreas autóctonas. Pero dos años después, cuando el ex gobernador Ramón Bautista Ortega inauguró la primera etapa -en octubre de 1995- lo hizo, en cambio, con palmeras. Durante las dos décadas posteriores ha habido algunos intentos por poner plantas nativas. Ninguno ha prosperado.
Por aquel entonces, la avenida fue concebida -sobretodo- para descongestionar el tránsito automotor del oeste del Gran Tucumán, que confluía por las avenidas Mate de Luna y por su continuación, Aconquija. Sin embargo, no sólo sirvió para aliviar la circulación, sino que transformó la nada en mundo: antaño, por esos parajes se sucedían montes y fincas. Ni gentes ni casas ni coches. Hoy, al paisaje se le adhieren edificios, barrios cerrados y centros comerciales. La Perón posee otra característica que la distingue: la gente se ha apropiado de ella. Se podría decir que tiene paseantes. Las personas utilizan esta calle para caminar, correr, pedalear o hacer un picnic. El arquitecto tucumano Máximo Cossio -el hombre que propuso que se la construya de forma sinuosa, y no en línea recta- explicó en una ocasión a este diario que los caminos con curvas abren el horizonte urbano. “Contribuyen a que las calles sean un lugar de paseo”, decía.
Además, la Perón expresa un paradigma de cómo las vías de comunicación han influenciado en el proceso de generación del Gran San Miguel de Tucumán. Un prototipo contemporáneo, lo cual contribuye a que uno se haga una idea real. Porque la órbita de esta calle excede a la comarca que la contiene. Se trata de un camino que se clava en el horizonte de cuatro localidades. Pues antes de ser Perón, se ha llamado Belgrano, Sarmiento y Gobernador del Campo. Y ese cambio de nombres la ha llevado a atravesar además, la capital, La Banda y Alderetes. A unir, así, el aeropuerto Benjamín Matienzo con Horco Molle.
En definitiva, un camino es la puerta a un mundo nuevo. Es libertad, unión y sueños. Es la tierra que se empeña en ser confín, y acaba siendo cercanía.
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