Tras años de trabajo, esfuerzos y decisiones, el 4 de mayo de 2017, en coincidencia con el 86° aniversario del fallecimiento de Miguel Lillo, se inauguró el “Museo histórico Dr. Miguel Lillo y su tiempo” en la Fundación Miguel Lillo de San Miguel de Tucumán. Participaron el gobernador Juan Manzur, el vicegobernador Osvaldo Jaldo, diputados, funcionarios, autoridades y personal de la institución.
El museo muestra la vida del sabio Lillo, científico naturalista tucumano —uno de los más grandes del siglo XX— y expone objetos valiosos que lo acompañaron entre los siglos XIX y XX. Fue construido por la Comisión Asesora Vitalicia de la Fundación, cuyo presidente es Eduardo García Hamilton.
Emplazado donde vivió Miguel Lillo (1862- 1931), el Museo se concretó en dos etapas: la restauración edilicia y adecuación para su nueva función, que concluyó en 2011; y la instalación museográfica que se reinició a partir de agosto de 2015, y que acaba de concluir.
Sara Peña de Bascary, la museóloga que fue la ‘artífice’ principal para la concreción de este sueño, expresó: “Estamos muy contentos porque podremos disfrutar de las obras de los primeros naturalistas que trabajaron en nuestro país. Los visitantes podrán conocer la historia de las ciencias naturales en Tucumán. El testimonio del primer museólogo de nuestra provincia… Uno conoce a Lillo a través de sus objetos, fotografías y libros. Era un hombre muy perfeccionista que supo conservar sus documentos. Un científico notable y multifacético”.
El guión narrativo de la exposición abarca cinco salas que presentan quiénes fueron los naturalistas que inspiraron a Lillo, su casa con sus objetos y mobiliario, sus recuerdos de viajes, sus estudios e investigaciones y su biblioteca, que contiene más 8.000 volúmenes.
Muestrario único de las ciencias y la historia
Sala Naturalistas I, la inspiración
Recuerda a los naturalistas que, desde el siglo XVI, recorrieron nuestro territorio, investigaron la naturaleza, los habitantes y sus costumbres y dejaron crónicas y estudios. Realizaron, además, una valiosa cartografía. Fueron la inspiración de quienes se interesaron, posteriormente, en las Ciencias Naturales, entre ellos, el Dr. Miguel Lillo.
Sala Naturalistas II
Recuerda que el presidente General Urquiza, después de Caseros (1852), promovió estudios sobre la Confederación Argentina para hacerla conocer en el mundo. Llegaron a Tucumán naturalistas viajeros, que se convirtieron en maestros de Miguel Lillo, entre ellos: Germán Burmeister y Amadeo Jacques, Federico Schickendantz e Inocencio Liberani.
La casa del Sabio
Su hábitat, allí donde transcurrió su vida. Se exhiben objetos personales, fotos, mobiliario y dos maquetas.
La sala Dr. Miguel Lillo y su tiempo
Se recuerda su multifacética personalidad: el químico, el profesor, el científico, así como su pasión por la fotografía, sus recuerdos de viajes. Se aprecian sus equipos, el mapa de América que realizó a los 14 años, el mobiliario, su retrato y objetos que le pertenecieron y supo conservar.
Sala Museo de Historia Natural
El investigador dedicó su vida, desde 1914 hasta su muerte en 1931, al Museo de Historia Natural. Una sala refleja su trabajo y el de sus colaboradores en esa institución, Rodolfo Schreiter y Abel Peirano, entre otros.
La Biblioteca de Lillo
Contiene joyas bibliográficas que datan desde el siglo XVI. En Los libros del Sabio, se exhibe una importante selección documental. Fue el hábitat del científico autodidacta. Allí se muestran objetos personales, fotografías, mobiliario y dos maquetas.
Los Continuadores de Lillo
Se recuerda a la primera Comisión Asesora Vitalicia cuyos miembros, por disposición testamentaria del Sabio, velaron por su legado. Se destacan, en apretada síntesis, los primeros grandes logros: la publicación de Lilloa, el Genera et Especies Plantarum y el Animalium, la ampliación del edificio y la compra de la valiosa colección Shipton.
Vida de Miguel Lillo
Fue un naturalista de condiciones poco comunes y durante medio siglo se dedicó a la investigación científica, alternando estas actividades con la docencia y la dirección de instituciones públicas. Nació en Tucumán en 1862, cursó sus primeras letras en una escuela particular e hizo el bachillerato en el Colegio Nacional. Fue un admirable autodidacta.
Las ciencias exactas, físicas y naturales fueron sus predilectas y las estudió y perfeccionó con ahínco. Federico Schickendantz, profesor de química y director de la Quinta Normal de Agricultura, fue el maestro que tuvo el joven Lillo y descubrió en él condiciones estimables de observador y estudioso.
En 1888, poco antes de aquel viaje, había publicado su primer ensayo sobre la Flora Tucumana.
Fue miembro de la Comisión Nacional de la Flora Argentina y clasificó colecciones de mucho valor procedentes especialmente del Norte Argentino.
En el campo de la zoología —en particular la Ornitología— la labor de Lillo fue prolífera. En 1905 publicó Fauna Tucumana (Aves).
Amante de la lingüística y la literatura clásica, recibió honores que le tributaron espontáneamente las corporaciones e instituciones científicas del país y del extranjero. El Museo de La Plata lo designó Doctor Honoris Causa en 1914. Y en en 1928 le otorgaron el premio Francisco P. Moreno.
Murió en Tucumán, con heroica serenidad, el 4 de mayo de 1931.
Hoy, la Fundación alberga su enorme legado y hasta conserva ejemplares de árboles plantados por él mismo, colecciones que él comenzó a forjar y más de 10 mil libros de su biblioteca personal.
Nilda Ovejero Davila dice
Un legado impresionante…gran ser humanao amante de la naturaleza …fui cuando niña al museo nunca me olvide …ME IMPACTO GRANDEMENTE …mi hijo Gonzalo fue la semana pasada un sabado y quedo maravillado…