Gloria Bratschi es, además de una reconocida comunicadora mendocina, una pionera en el país en el desarrollo de la comunicación preventiva y la gestión de riesgos. Recientemente fue convocada por una organización de México para aportar su experiencia y analizar cómo comunicar en tiempos de pandemia.
Colabora con nuestra revista desde los inicios, en los años 80. Reproducimos aquí una interesante entrevista que le hizo el periodista Rubén Valle para el diario MDZ.
A pesar de su experiencia en el área de la comunicación preventiva y de emergencias, Gloria Bratschi reconoce que la irrupción del Covid-19 a escala planetaria tomó a todos sin una estrategia comunicacional acorde que permitiera apuntalar al conmocionado sistema de la salud.
En cada desastre (y esta pandemia ciertamente lo es) se genera muchísima información, lo que para esta reconocida profesional amerita la creación de un centro único de información y comunicación que administre tan abrumador caudal de datos.
Frente al aislamiento al que está sometida la gente, la también docente y escritora considera que debería “reinventarse” la percepción del riesgo y de la información para adaptarse a los “nuevos tiempos comunicacionales”.
Respetuosos del distanciamiento social, lo que sigue es un ida y vuelta virtual para escuchar a una voz autorizada.
—Como especialista en la comunicación preventiva y de emergencia, ¿qué análisis hace de cómo se está manejando comunicacionalmente el tema de la pandemia, tanto en Argentina como en otros países?
—Estamos en una etapa muy difícil, con una comunicación en crisis y una crisis de la comunicación. Parece que no hubo tiempo para diseñar una estrategia comunicacional que acompañase al sistema de salud y a los demás responsables de dar respuesta a esta pandemia, incluida la comunidad. Cuando hay preparación operativa ante posibles emergencias y/o desastres, también hay que contar con una Central Única de Información y Comunicación (CUDIC). Esta permitirá procesar mejor los mensajes que se emiten y que llegan de varios organismos, y desde los múltiples canales de información con los que contamos. Desde esta Central, se realizarán simulaciones de probables escenarios para el diseño de estrategias comunicacionales que serán aplicadas en caso de emergencias y desastres.
En otros países de la región también se observan crisis comunicacionales en esta situación de pandemia. Conocemos algunos ejemplos en Europa y Asia, donde se reforzó la comunicación institucional oficial para administrar mejor la información, evitando así que los rumores y noticias falsas perjudicaran a la población.
—¿Cuáles son los principales aspectos a considerar a la hora de gestionar el riesgo?
—En primer término, debemos identificar las vulnerabilidades, las amenazas de origen natural o antrópicas, el grado de exposición a esas amenazas, para reducir el riesgo de desastre. Es un proceso que analiza, cuantifica las probabilidades de pérdidas y efectos secundarios que se desprenden de los desastres. En todo caso, la Gestión Integral del Riesgo actúa sobre todo en la prevención, en el “antes”, reduciendo las vulnerabilidades. Todo lo que nos puede afectar desde nuestras debilidades como sociedad. Un aspecto esencial lo constituye el estar preparados ante cualquier evento que pueda afectar vidas y bienes. Es decir, ser resilientes. La gestión del riesgo se define como “el proceso de identificar, analizar y cuantificar las probabilidades de pérdidas y efectos secundarios que se desprenden de los desastres, así como de las acciones preventivas, correctivas y reductivas que deben emprenderse”.
—Usted ha dicho que “en la comunicación social del riesgo, emergencia o desastre, el valor de la información se incrementa”. ¿Cómo procesar tamaño volumen de información, toda supuestamente de interés y valor para un público tan amplio y variopinto
—En situaciones de emergencias y desastres, las personas precisan tener datos, saber qué hacer, estar orientadas, disipar angustias e incertidumbres, para tomar buenas decisiones. Siempre digo que la buena información y la comunicación eficaz son también insumos para la supervivencia. En cada desastre, siempre se genera mucha información. Los medios, las personas, las instituciones, las redes sociales, las aplicaciones para móviles, también necesitan de una gestión. Y me remito a lo que ya sugerí: implementar un centro único de información y comunicación.
—Por su formación y experiencia, ¿qué valores diferenciales presenta una pandemia que requieran un tratamiento distinto de la información y la comunicación?
—A diferencia de otros eventos, como terremotos, huracanes, tsunamis, aluviones, atentados, conflictos bélicos, etcétera, la pandemia de Covid-19 es un desastre de origen biológico que tiene un desarrollo casi indefinido en cuanto a su duración. Nos trae a cada instante novedades en cuanto a las secuelas que van apareciendo; muchas de ellas, no imaginadas jamás. Es que los impactos que está generando el coronavirus en casi todo el planeta están asociados a un virus altamente contagioso, que produce mucho sufrimiento en quienes se infectan, muertes, miedo en la población, estrés, desequilibrios económicos, desempleo, pérdida de productividad empresarial e industrial, aumento de la pobreza, conflictos sociales y políticos. En fin, un amplio repertorio de consecuencias muy adversas y complejas. Agreguemos que hay grupos sociales que no tienen acceso al agua segura, sobreviven en condiciones muy precarias y hay mensajes que recomiendan lavarse las manos varias veces al día, que usen barbijos y máscaras protectoras. Pero, me pregunto si esos grupos, sin agua y con escasos recursos, pueden hacerlo. Creo que no. Y eso hay que considerarlo al momento de procesar los mensajes.
Los públicos están en situación de cuarentena, con indicaciones de aislamiento y distancia social. Por lo tanto, la percepción del riesgo y la información que consumen debe reinventarse, para su adaptación a los nuevos tiempos comunicacionales.
—Lo básico de los protocolos para enfrentar al Covid-19 en general parece asimilado por la mayoría de la gente, pero ¿qué otros aspectos deberían corregirse o ser más enfáticos desde la comunicación oficial, sea esta de la OMS o del Ministerio de Salud?
—La comunicación institucional oficial debe enfatizar todo lo referido a la prevención y mitigación de los efectos de la pandemia. Tener en cuenta que estamos olvidando nuestra exposición a otros riesgos, propios de cada región, y que pueden complicar la aplicación de esos protocolos para enfrentar la Covid-19. Veamos el caso de Mendoza, ubicada en una zona de alto riesgo sísmico, donde el Viento Zonda se manifiesta a menudo o la emergencia hídrica nos reduce drásticamente el consumo de agua. Hemos visto que intensas tormentas han producido graves inundaciones en el sector productivo de otras provincias. Estos eventos recurrentes deberían ser tenidos en cuenta al momento de emitir mensajes preventivos institucionales y en el diseño de estrategias de comunicación.
—¿En qué consistió su reciente participación en videoconferencias con profesionales de México?
—Fue una gentil invitación del Colegio de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil de México. Mi tema abordó “La comunicación del riesgo, un enfoque desde el marco de Sendai 2015-2030”. En él planteo que la Comunicación del Riesgo es imprescindible en la Gestión Integral de Reducción de Riesgos de Desastres (GIRD) porque facilita que las comunidades conozcan, identifiquen, comprendan, acepten los peligros o amenazas que pueden impactar en sus vidas y bienes. Además destaco que la comunicación del riesgo debe ajustarse a protocolos, pero adaptándola según las necesidades, con ética, responsabilidad, inclusión, respeto a los DDHH, etnias, credos, discapacidad, adultos mayores, niños, etcétera. Fue una experiencia muy enriquecedora y un desafío para comunicar adecuadamente con los nuevos lenguajes que nos exigen las nuevas aplicaciones de videoconferencias.
—¿Qué cree que habrá que corregir, ajustar, aprender o hasta desaprender cuando llegue la etapa de la pospandemia?
—No me arriesgo a hablar de pospandemia, porque no sabemos aún cuánto va a durar y menos aún, si habrá tal etapa. No se puede delimitar una frontera entre un “antes” y un “después”, porque lo que surge de esta pandemia global con mucha visibilidad es el “hoy”, al que debemos adaptarnos, con dolor, mucho esfuerzo, solidaridad y una constante búsqueda de soluciones compartidas. Cuando colocamos el prefijo “pos” estamos como avizorando un final. Y posiblemente, según expertos, estaremos bastante tiempo enfrentando a la Covid-19.
Podemos adquirir resiliencia individual, social, institucional y comunicacional. Sí es fundamental que les transmitamos a la sociedad que no viene una “nueva normalidad”, sino más bien una “nueva realidad”.
Entrevista a cargo de Rubén Valle
Gloria Bratschi es licenciada en Comunicación Social, especialista posgraduada en Gestión de OSFL (UCA).
Especialista posgraduada en Prevención, Planificación y Manejo de Áreas Propensas a Desastres (UNCuyo).
Docente universitaria de grado y posgrado, locutora profesional y periodista con actividad en varios medios de comunicación de Mendoza, desde 1971.
Es escritora, guionista, productora y directora de eventos culturales y artísticos.
Especialista en Gestión de Organizaciones sin Fines de Lucro.
En 1995 publicó el libro “Comunicando el desastre”.
Es autora de guías, manuales, cartillas, sobre GIRD, resiliencia y comunicación del riesgo.
Becaria de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI)
Experta invitada a la Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres (Naciones Unidas), realizada en Kobe, Hyogo, Japón, en 2005.
Investigadora en las universidades de Cuyo, Juan A. Maza, de San Luis, del Salvador y Aconcagua.
Ha publicado numerosos ensayos y artículos de su especialidad.
Ha dictado conferencias y se ha desempeñado como facilitadora, productora y asesora en eventos sobre reducción de riesgos de desastres, cambio climático, comunicación y otros temas relevantes, en Argentina, Costa Rica, Chile, Nicaragua, Guatemala, Panamá, México, Venezuela, Cuba, Colombia, Ecuador, Chile y Japón.
Trabaja como consultora y capacitadora de recursos humanos.
Preside la Fundación Junto al Desarrollo (JADE).
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