Paul Virilio, ensayista, arquitecto, urbanista y filósofo francés, publicó en París Ville panique (La ciudad pánico). Y la describe así: “La ciudad pánico se traduce como la hiperconcentración de las metrópolis modernas. Sabemos, por ejemplo, que en el año 2000 había 3.000 millones de seres urbanos censados, sin hablar de las villas miserias.
La ciudad hoy tiene más importancia que el estado. Entonces, la ciudad que fue el lugar no sólo de lo político sino también de la ‘civitas’, es decir de la civilización, ha dejado de serlo. El espíritu, el aire de la ciudad liberan, y eso es lo que se invierte en este momento. La ciudad se vuelve una máquina de guerra; es el foco de la crisis de lo político y de lo bélico, ya que lo militar y lo político están ligados. El pánico se apodera de la ciudad. Pensemos en esas megalópolis de 20 o -muy pronto- 30 millones de habitantes, en el modo de vida de esas aglomeraciones que ya no tienen rostro ni escala humana. La desregulación y la desrealización han penetrado en la ciudad. Y se ha operado una inversión: la ciudad, que alguna vez fue el corazón de nuestra civilización, se ha vuelto el corazón de la desestructuración de la humanidad”.
Ante este panorama catastrófico, que Paul Virilio pinta con trazos fuertes, casi apocalípticos, y que en su libro ejemplifica con hechos trágicos de la actualidad internacional (los atentados de las torres de New York y los trenes de Madrid, la tremenda explosión de Chernobyl, etc), es irrefutable porque la realidad, que ronda al habitante de las ciudades, no hace más que evidenciar la fragilidad e indefensión profunda que anida en el corazón de las megaciudades. Es una gran paradoja, que esos monumentos tecnológicos y ‘protegidos’ con toda clase de controles, sean al mismo tiempo, presa fácil de accidentes, atentados terroristas, o ataques masivos que pueden resultar letales.
Si admitimos entonces que esta idea ‘viriliana’ de que todos (unos más y otros menos), percibimos la sensación de pánico que emanan las grandes ciudades, la irrespirabilidad de su aire viciado, su contaminación sonora, la superpoblación asfixiante y su tránsito agobiante, no sorprende que surjan, como alternativa a tanto sufrimiento, barrios cerrados ubicados en la periferia de las grandes urbes, que intentan ser una vía de escape y un lugar de acogida para quienes están hartos de las ciudades.
BARRIOS CERRADOS O PRIVADOS: UNA REALIDAD COMPLEJA
‘Cerrados’ o ‘privados’, estos barrios constituyen un fenómeno social relativamente nuevo (en Argentina comenzaron en la década del 80 y se afianzaron en la del 90), con muchas aristas y controversias. Algunos autores consideran a los barrios ‘cerrados’ como copias de las gated communities (comunidades valladas) norteamericanas, y otros como un retorno a la Edad Media.
Surgidos, en su momento, como “la casa de fin de semana”, hoy constituyen la vivienda única para la mayoría de sus habitantes. Maristella Svampa, socióloga e investigadora del CONICET, autora de La brecha urbana. Countries y barrios cerrados, reconoce que es más seguro vivir muros adentro que en un típico barrio abierto de clases medias y bajas, aún cuando algunas noticias policiales de crímenes y robos también provienen de los barrios ‘cerrados’. Pero agrega que esta expansión de barrios privados y countries “ilustra de manera emblemática y radical el proceso de privatización que atraviesa Argentina desde hace quince años. Esto está en directa relación con el aumento de las desigualdades sociales y la crisis del Estado para garantizar los servicios básicos, entre ellos, la seguridad”.
También hace referencia a que esa supuesta “vuelta al barrio” (como si se quisiera volver al barrio de la infancia), no es tal, porque los barrios de hace algunas décadas incluían la idea de familiaridad, de vínculos de amistad entre
los vecinos, y sobre todo, de mezcla social. A la escuela, como al almacén y a la parroquia, iban todos. En los barrios ‘privados’, por el contrario, se produce (¿o se busca?) una homogeneidad social en términos de poder adquisitivo, que reserva a ciertas minorías de iguales la posibilidad de acceso.
Los muros perimetrales y los controles de seguridad, que llegan a sofisticados sistemas de cámaras, teléfonos, tarjetas con código, etc., son quizás una de las evidencias más conflictivas de estos conglomerados habitacionales. “Este nuevo estilo de vida implica la puesta en acto de fronteras físicas y rígidas, que establecen una clara separación entre el adentro y el afuera. Un registro inequívoco que diferencia al nosotros de los otros, los iguales de los diferentes. Puertas adentro tenemos un ámbito pacificado y, en cambio, puertas afuera, sobrevuela la amenaza difusa, el otro se torna inasible y desconocido. Lo diferente se trasforma rápidamente en extraño”.
LOS CHICOS JUEGAN MAS TRANQUILOS
¿Y CUANDO SEAN GRANDES?
¿Quién puede refutar los argumentos publicitarios de venta que utilizan las inmobiliarias de estos barrios para promocionar sus viviendas? “Sus hijos jugarán tranquilos, podrán andar en bicicleta y dejarla en el jardín sin que nadie la toque…”. Todo esto es muy cierto. Sin embargo, esa tranquilidad de “puertas sin llave” y “bicicletas sin candado”, tiene al mismo tiempo una contralectura que puede preocupar.
En efecto, no es descabellado pensar que esos chicos nacidos y criados en un barrio ‘cerrado’, que practican deportes y juegan entre sí, y que generalmente van a colegios ubicados en el mismo barrio, carecen de la confrontación y el choque con los “diferentes”, que brinda un club de barrio, una escuela ‘de afuera’ y un partido de fútbol en el campito de la vuelta de casa. Este “cascarón protector” que los envuelve, corre el riesgo de convertirse en una burbuja que les impida aprender a volar en ‘el afuera’ y a enfrentarse con realidades diferentes a la suya; todas experiencias indispensables para aprender a vivir y convivir.
Y EN LAS PERIFERIAS DE LOS MUROS ASOMA LA POBREZA
Y hablando de “torres-country” (condominios cerrados de varios pisos, con piscinas, gimnasio, canchas de tenis y salones de usos comunes), de clubes de campo, de barrios privados, de mega-emprendimientos, en la mayoría de ellos se da un fenómeno social peculiar: un cinturón de pobreza que los abraza y al mismo tiempo les provee la mano de obra indispensable para los quehaceres domésticos, la jardinería, o la construcción de nuevas casas. Se dirá que es un contraste necesario, porque unos y otros se benefician con esa proximidad, pero no deja de ser una luz roja peligrosa en el tablero de la integración y la armonía social.
A lo largo de la historia de la humanidad, los muros fueron una constante, superada por los vaivenes de los acontecimientos políticos que sacuden la vida de los pueblos. Aún hoy, se siguen construyendo con una tenacidad obcecada: el muro estadounidense en su frontera con Méjico y el de Israel en su frontera con Palestina. Y también están los muros de los barrios exclusivos que separan a los que tienen mucho, de los que no tienen nada. Podríamos decir que un peligroso combustible se está derramando en el tejido social. Y si bien, afortunadamente, son muchos los que desean fortalecer los vínculos entre hermanos y no remarcar las diferencias, el peligro está latente.
Coincidimos con la reflexión del ex Ministro de Educación de la Argentina, el sociólogo Daniel Filmus, (presidencia Néstor Kirchner) que en 1993 dijo: “No son pocos los que, de este lado de la sociedad, piensan que hay que sustituir puentes por murallas. La hipótesis de la sociedad amurallada cercena la libertad de quienes están a ambos lados del muro. Quienes trabajamos en educación pensamos que la alternativa no es levantar murallas sino construir más y más puentes”. Y quienes trabajan en la evangelización, también.
Ana dice
En la ciudad de Rosario están prohibidos.
NIM dice
Estimada señora, eso no es cierto estrictamente. En el gran Rosario (cómo en el gran Buenos Aires, está lleno de barrios, cómo por ejemplo Kentucky).
Por otro lado quisiera referirme a la nota, en la que por alguna razón exagera las características tanto de los barrios cerrados como de los abiertos y pongo ejemplos. Si te criaste en las Lomas de San Isidro, La Horqueta, las barrancas de Martínez al río, Barrio Parque o Palermo Chico (antes o ahora), no tenes barreras pero tampoco jugas en la calle con chicos humildes ni vas con ellos a la escuela. Sin embargo si vivís en San Sebastián de Escobar, Harás del Sur en La Plata o Estancia Smithfield en Moreno (por nombrar unos pocos de los más de 1000 que hay), veras que conviven hijos de madres solteras con sueldo de maestra en un departamento chico con hijos de empresarios que viven en casas que valen 10 veces más y esos si se encuentran en la calle y la plaza todos los días. Preocupa mucho la falta de rigor de los autores y los medios. Aclaro. Soy de Vicente Lopez. Saludos cordiales.
Caco dice
Mentira todo,pues los que viven en la mayoría de los barrios , viven rodeados de villas.Las casa si las pueden vender,cosa imposible,no llegan para comprarse ni un 3 ambientes en capital.Lamentable,los desarrolladores les venden solo humo
Alejandro dice
Hay barrios de todo tipo tenes casas desde usd 180.000 a mas de 1 millon depende los barrios , Creo que cualquiera que vivimos en un barrio es por eleccion , no por lo que podes comprar. En mi caso mi hijo se crio en barrio cerrado primaria y secundaria Bilingue y hoy va a una Univerdidad publica y socialmente super feliz con sus nuevos amigos . No pasa por el barrio crrrado o no pasa por la educacion que le da su familia
por lo menos mi opinion
Di Domenica.ar dice
Muy buena nota, como desarrolladores e inmobiliaria en barrios cerrados de zona norte de Buenos Aires creemos que la integración es siempre la solución y no la división y el sectarismo de clases.. Un barrio cerrado o country debe integrar su urbanidad a la comunidad donde se instala, no sólo en su trazado sino también en lo social y lo económico. Hay muy buenas propuestas en la zona norte de Buenos Aires, pero todavía lamentablemente son pocas. Saludos.
Jonatan dice
Tengo cuidado con los fideicomisos de los lotes y casas que te venden! Tmb es feo vivir en un country y tener como vista un muro? Existe la seguridad si unos guachos saltan el muro y entran a tu propiedad privada? Están preparados la seguridad privada (SP) del country? O si te pasa algo por el estilo, los de SP en esos casos no saben wue hacer? Y solo atinan a llamar al 911? Quién cuida toooodo el perimetro/muro del barrio privado?