El movimiento es una cuestión que habitualmente no se estudia lo suficiente en los proyectos de arquitectura, entre otros. Las circulaciones dadas en espacios específicos, son los nexos entre los espacios. Son los enlaces que conforman el todo, y así se producen las estructuras espaciales.
Si el entorno creado para el hombre sólo contemplara la posibilidad de que la deambulación se produzca únicamente a través de un movimiento que se podría llamar “normal”: andar, saltar, asir con las manos, empujar, seguramente se produciría una falta grave en cuanto al cumplimiento de la accesibilidad, porque no se contemplaría a todas las personas que tienen una movilidad reducida. Por ejemplo, un usuario de sillas de ruedas no podría salvar un desnivel o un tramo de vereda destruida, o un charco de agua en un día de lluvia.
Cuando hablamos de movilidad reducida nos referimos a la imposibilidad de realizar diversas actividades o movimientos que en la vida diaria parecerían normales. Por lo tanto esto atañe a los distintos ámbitos de actuación de la accesibilidad de los entornos.
Es el caso de:
- Intervención en circulaciones exteriores o veredas.
- Intervención en espacios verdes o de esparcimiento.
- Intervención en lugares de recreación o a cielo abierto.
- Intervención en galerías comerciales o shoppings.
- Intervención en peatonales.
También podemos hablar de restricciones en la movilidad en personas con lesiones medulares, personas con discapacidad visual, usuarios de muletas, mujeres embarazadas, personas obesas, personas de baja talla, niños pequeños, ancianos, etc.
Para cada usuario hay una barrera distinta a salvar: así, a un usuario o persona de baja talla le resultará difícil ascender o descender de una escalera extensa o mal compensada. Un niño pequeño directamente no podrá sortearla. Un anciano, tampoco podrá usarla.
Dentro de cada “tipología” hay distintos niveles de afección. Un usuario con una lesión medular a una altura cervical, posiblemente usaría una silla eléctrica. Este tipo de silla funciona con baterías que alimentan un motor y pueden subir rampas con inclinaciones importantes, pero sin pasar demasiado del 12 o15%.
Una persona con lesión medular a una altura lumbar suele usar una silla manual. En este caso tienen capacidad para utilizar la zona abdominal; por lo tanto, a pesar de poder subir rampas con una inclinación no tan fuerte como las que suben las sillas eléctricas, puede tener una capacidad de empuje lo suficientemente importante en pendientes del 10 al 12% de una forma razonable, a pesar del esfuerzo.
Por eso se recomienda que la pendiente óptima de una rampa oscile entre el 8 y el 10 %, para que su recorrido y ascenso sea tranquilo, cómodo y seguro.
Si una persona con lesión medular, a la altura dorsal, sin capacidad de utilizar los abdominales, desea subir por una rampa, su capacidad de “empujar” disminuye mucho por no poder movilizar una parte importante de su cuerpo. Utilizar una silla eléctrica iría en detrimento de la conservación de las capacidades que aún conserva, ya que desplazarse sólo manejando un joystick no ejercita brazos. Este usuario no podría ascender si la rampa supera el 7 % de la pendiente. Todo lo que sobrepase ese porcentaje genera dificultad.
La capacidad de poder subir o no una rampa con determinada pendiente no sólo depende del tipo de discapacidad, sino que va a depender de la forma física particular y de otros factores. Por ejemplo, a las rampas no sólo las suben las sillas de ruedas; si una rampa está bien construida, por ella suben todos.
La clave está en ponerse en el peor escenario posible y responder, para ese caso, a las necesidades de adaptación en cada entorno. Lo mejor es que la pendiente oscile entre el 7 y 8%, por eso es que hay que revisar el Código de Edificación (ley de ámbito nacional que regula, entre otras cosas, cuestiones de accesibilidad) y sí o sí, incluir estos parámetros de diseño inclusivo donde se especifiquen las pendientes de rampas.
Habrá que analizar casos particulares y desarrollar el sentido común para todas las particularidades que nos encontremos en la práctica, y además cumplir la normativa vigente para cada caso. Debemos tener en cuenta que el entorno debe proteger la movilidad necesaria para poder disfrutarlo.
La movilidad es necesaria para la vida con dignidad, un derecho que tenemos todos, un deber que los profesionales deben cumplir.
Mg. Arq. Josefina Ocampo de Guchea
cel 0381 154125333
Mg. Arq. Mirta Graciela Rotella de Bauque
cel 0381 155949567
(Expertas en Diseño Universal)
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