CASA MUSEO DE LA CIUDAD – TUCUMÁN
Génesis y realización
(por Gabriel Miremont)
Rescatar, salvar, poner en valor, abrir a la comunidad, crear un museo podrían ser palabras o simples enunciados pero es la descripción de todo lo que le pasó a esta extraordinaria construcción conocida como la Casa Sucar que, desde julio de 2018, es la sede del recién creado Museo de la Ciudad de San Miguel de Tucumán.
La casa y su historia
En 1923 José Barbieri, comerciante tucumano encargó el proyecto de una casa para su residencia familiar al ingeniero y arquitecto español Luis Lucena. Un año después el constructor Orestes Peruzzo junto a los artesanos italianos Perinotti y Colotti materializaron el proyecto.
Erigida en medio de un amplio terreno con jardines que la rodean, la vivienda es ejemplo de petit palais con aires pintoresquistas. Tanto la planta como la ornamentación podemos inscribirla dentro de las tendencias modernistas, en este caso entre la corriente del Modernismo catalán y la Secesión vienesa.
La elección de este estilo habla de la modernidad de los gustos pero también del desprejuicio de quienes encargan esta vivienda, que con esta actitud joven, se alejan del tradicional gusto afrancesado de las clases altas del finales del siglo XIX y principios del XX que no podían abandonar la impronta de los Borbones a través de la mirada de la muy conocida Ècole de Beaux Arts.
Tras pasar por varias manos, en 1939, Musa Salim Melhem la compra y Hortensia Melhem de Sucar la hereda a la muerte de su padre, y es con el apellido de su marido que se instala en el imaginario colectivo de los tucumanos como la Casa Sucar.

Años más tarde, en 1995, y luego de ser la casa familiar de varias generaciones el inmueble fue adquirido por el empresario Vicente Lucci. En 2002 la casa y sus jardines fueron sede de Casa DEA, una exposición que reúne decoradores, diseñadores, arquitectos y paisajistas. La casa quedo intervenida levemente y al año siguiente se constituye en ella la sede de la Fundación Lucci.
Tras años de abandono que la dañaron, por decisión del Intendente Germán Alfaro la casa fue adquirida mediante la figura de expropiación y luego de abonar una importante cifra el inmueble se sumó al patrimonio rescatado y puesto al servicio de la comunidad. De esta manera el municipio dio contundente respuesta a los numerosos reclamos de particulares e instituciones por salvar la casa
Los interiores ostentan floridos cielorrasos, las fachadas están poblados orgánicos ornamentos en balconadas y remates. Los pisos a manera de jardines geométricos en sintéticas alfombras sorprenden en varios ambientes. Geométricas aberturas de vidrios repartidos y cerramientos vidriados y coloridos juegan con una imponente lucarna de guirnaldas coloridas pintadas sobre vidrios que expresan un confuso aire, mixtura irreverente de estilos y temporalidades artísticas y arquitectónicas.
La casa desde su estética y generosidad espacial, hoy vuelta a la vida, nos habla directamente al alma, nos invita secretamente a imaginarnos viviendo en ella. Pero contar desde un museo algo tan extenso, diverso, complejo como es una ciudad, y hacerlo desde una casa que posee una historia propia, que a su vez se entrama con una historia urbana, política, económica social y cultural como la de la capital de Tucumán, se presentó como el desafío inicial.
El museo se recorre como una casa, donde cada ambiente tiene una función, en este caso cada espacio cuenta con un equipamiento, con un mobiliario para presentar al público una parte de la historia. Era seguro que el guión museológico partiría desde más allá de la ciudad misma, desde su antecesora la villa de Ibatín y aquel mítico traslado que el 29 de septiembre de 1685 dio origen a San Miguel de Tucumán.
Pero fuimos también más allá en el tiempo pasado y partimos de lo anterior, desde la geografía misma, las plantas, los animales que recibieron y le cedieron un espacio a la nueva ciudad proyectada. El museo da cuenta de esto en sus dos primeras salas desde el traslado y la fundación mediante elementos de la historia ambiental valiéndose de tecnologías audiovisuales, de mappings, dioramas y objetos de colección.

La siguiente sala, invita a viajar a través de una línea del tiempo que se complementa con un dinámico mapping que ayuda visualizar el crecimiento de la ciudad y su conformación.
Siguiendo el recorrido, la sala del desarrollo urbano, presenta fotografías y una mesa interactiva que brinda historias, información y curiosidades para profundizar en el conocimiento y la comprensión de San Miguel de Tucumán como una ciudad viva e históricamente en transformación.
La sala dedicada al Patrimonio de la ciudad presenta al visitante un importante y concienzudo estudio sobre las edificaciones que como la propia Casa Sucar se mantienen como testigos del pasado y de aquellos lugares que fueron desapareciendo. Es este un espacio para la reflexión sobre el tratamiento que se le da al patrimonio arquitectónico.
La sala Audiovisual presenta a los protagonistas de la ciudad en viva voz. Desde arquitectos y urbanistas a vecinos y trabajadores dan cuenta de diversas maneras de pensar, vivir y construir esta ciudad.

El subsuelo de la casa, otrora la despensa, se lo equipó para presentar un audiovisual que rescata y da vida con modernas animaciones a un material fotográfico de archivo de encomiable valor.
La estación digital emplazada en una de las áreas de la generosa circulación de la casa permite consultar archivos fotográficos que abarcan desde finales del siglo XIX a todo el siglo XX.
Además de áreas de descanso y jardines visitables, terrazas y patios, la casa museo brinda como servicio una sala de exposiciones temporales. Para inaugura esta área se seleccionaron obras de la Pinacoteca municipal donde se destacan firmas como Timoteo Navarro, Fued Amín, Aurelio Salas, Juan Bautista Gatti, Ezequiel Linares, Luis Lobo de la Vega y Gerardo Ramos Gucemas.
Pero la casa es la principal pieza de la colección del museo. Si la pensamos como un módulo, que con variantes se repite y conforma la ciudad, es todas las casa en una. Comercios, bares y mercados, casa y departamento, calles, plazas, avenidas, más la gente misma, son el compendio de la historia de la ciudad que se presenta en este moderno museo.

La identidad y la comunicación visual, desde el logotipo a los textos de sala, pasando por la señalética, gráficos y gigantografías estuvo muy cuidado y se trabajó sobre la idea de una imagen institucional moderna que contuviera la trama urbana de la ciudad, aludiera a la casa sin caer en la facilidad de la fachada y que presentara y representara a una nueva institución que desde el presente habla de historia, de la ciudad, de la casa y de las personas.
Este Museo con colecciones, imágenes, tecnologías y también un patrimonio intangible, inmenso, como es la memoria colectiva, cuenta la historia una ciudad que es el corazón del Jardín de la República, el espacio de debate de nuevas perspectivas, que supo ser la cuna de arquitectos, músicos y poetas, políticos y estadistas de proyección, pero por sobre todo es la casa de los tucumanos, una casa enorme perfumada de azahares.

Si el museo es la casa de las musas y, casi como un paralelismo pretenciosamente mitológico, la Casa Sucar podemos pensarla hoy como la casa donde habitan las musas de la ciudad.
Hoy la casa es la memoria, el recuerdo, los testimonios y la historia que empezó con 9 x 9 manzanas, y aquel cuadrado de avenidas que cimentaron un futuro que ya es hoy.
Le dije a un obispo,de Concordia,que presente algo parecido