El “Palacio de los Bichos” (a veces se habla del “Castillo de los Bichos”) es una mansión de cinco pisos rematada por una cúpula, ubicada en la esquina de Campana y Tinogasta, frente a la barrera del FC San Martín, en la ciudad de Buenos Aires. Fue construida por el ingeniero Muñoz González. Siempre llamaron la atención sus paredes y cornisas, que mostraban todo tipo de animales y gárgolas, al estilo de una basílica gótica. Se dice que su dueño era un noble italiano, de apellido Giordano, que la hizo construir como regalo de boda para su hija Lucía, con tanta mala suerte que el día del casamiento, cuando los invitados despedían a los novios, el coche a caballos que los llevaba fue atropellado por un tren. La pareja formada por Lucía Giordano y el violinista Ángel Lemos, falleció; y los padres de la novia abandonaron el “castillo”, para retornar a Italia y nunca más volver.
En el libro “Historia de los barrios de Buenos Aires”, el historiador Vicente Cutolo recoge la versión, muy diferente, del periodista José César Rodríguez Nanni. Este asegura que nunca existió el magnate italiano, ni los novios, ni el fantasma, personajes todos de una leyenda urbana, sino que la casa fue construida con un fin “non sancto”. Es decir que allí funcionaría un prostíbulo para gente adinerada; proyecto que despertó el enojo de los vecinos de entonces, quienes seguramente fueron dándole forma a la leyenda para ahuyentar a los interesados.
Años después, el proyecto para transformar el palacio en “Museo de Villa del Parque” fracasó; tampoco se lo pudo convertir, a comienzo de los años 80, en biblioteca, o en archivo histórico, o en centro turístico.
Lo cierto es que el edificio se encuentra representado en el escudo del barrio de Villa del Parque, junto a la Parroquia Santa Ana, la estación de trenes y un antiguo farol.
En la década del 90 funcionó allí una casa de té y un salón de fiestas. Más tarde el palacio fue remodelado para convertirlo en un edificio de departamentos; ese es el momento de su incierta historia en que todos los ornamentos originales, que eran la confirmación de su viejo esplendor, fueron retirados.
Los desabridos tiempos actuales hacen que hoy funcione allí un salón de hidroterapia y spa.
Rogelio Ramos Signes