En las ciudades, el peatón es sinónimo de movilidad sustentable, y la movilidad sustentable es una necesidad que, además de cuidar el medio ambiente, nos ayuda a tener una mejor calidad de vida. Caminar y recorrer la ciudad nos permite apropiarnos de los espacios urbanos.
Hacer que las ciudades sean más caminables mejora la salud física y emocional.
Una ciudad que camina
- reduce los altos niveles de polución que dañan a nuestros pulmones,
- a menor uso del automóvil menos es el estrés que impacta tanto a la persona que maneja como a los agentes externos.
Los beneficios de la cultura peatonal son inmediatos y de proporciones asombrosas. Por ello es que muchas ciudades son ejemplo de la posibilidad de revertir los estragos que hasta ahora ha causado el modelo de urbe caótica, diseñada para consumir automóviles. Peatonalizar ciudades es ponerse en los zapatos del peatón y dar espacios amplios, generosos, seguros e inclusivos.
La experiencia de caminar por un barrio puede ser mucho más enriquecedora si tiene ciertas características. Las circulaciones deben responder a los lineamientos de accesibilidad: anchos permitidos, pendientes suaves, pisos antideslizantes, acompañado de la vegetación y el equipamiento urbano. Algunas caminerías tienen relación con los principales lugares de interés; otras, con las dimensiones de las veredas y de las calles, y también con los servicios que están disponibles.
Cinco son los factores que tienen los barrios para ser caminables:
1. Densidad
La relación entre la cantidad de personas y los lugares de interés que hay en un barrio pueden ser un reflejo de qué tan caminable es ese suburbio. En parte esto se explica porque habrá circulación de peatones hacia estos lugares que pueden ser de comercio, colegios, parques, servicios, etc.
Es más provechoso cuando hay más personas por kilómetro cuadrado. Sin embargo, esto no significa necesariamente que un barrio va a ser atractivo a pie si sólo alcanza niveles tan altos como los de Manhattan.
2. Mezcla de uso de suelos
Si en un barrio hay casas, escuelas y tiendas, y otras actividades, da una mayor variedad de destinos a los que se puede llegar caminando. Para la planificación urbana las mejores mezclas de uso de suelo no solo tienen una gran cantidad de opciones, sino que tiene opciones entremezcladas, gran variedad.
Por ejemplo si vamos a una reunión y queremos tomar un café antes, lo podemos hacer en un barrio que tiene un uso de suelo permitido para viviendas, comercio y oficinas, y que además es seguro, accesible, de espacios comprensibles.
3. Tramas urbanas como rejillas
Las calles que están diseñadas ortogonalmente son más fáciles de recorrer porque ofrecen circulaciones más directas, además de brindar más opciones. A su vez, estos caminos se pueden cambiar cada día sin tener que aumentar las distancias recorridas.
4. Edificios pensando en las personas
La ubicación de un edificio puede favorecer o afectar la transitabilidad de un barrio. En aquellas ciudades que son más caminables, los edificios se caracterizan por estar cerca de la vereda y tener numerosas ventanas que permiten conocer qué está pasando en el interior del edificio. Asimismo, permite participar de las actividades de la calle, dándole más seguridad a los peatones durante sus desplazamientos.
5. Manzanas pequeñas y calles angostas
El ancho de las calles es un factor muy vinculado al tamaño y la distribución de los edificios. Por este motivo, un factor que hace que un barrio sea más caminable es que las calles más angostas son más atractivas para caminar sumado a que los bloques o las manzanas sean pequeños para dar una perspectiva poco intimidante mientras se recorre. Así, el edificio se mezcla con las circulaciones, siendo participe de ellas. Las calles anchas incitan a que los automóviles circulen a mayores velocidades haciendo que cruzarlas sea más riesgoso.
Existen cinco puntos que evidencian los beneficios de las ciudades peatonales y caminables:
- Mayor porcentaje de áreas verdes. Un ejemplo es Hamburgo, donde el espacio que se liberó a partir de esta planificación urbana peatonal permitió mayor construcción de parques, centros deportivos y hasta huertos urbanos.
- Menos contaminación atmosférica. El parque vehicular es el causante de que se disparen los índices de contaminación debido a la emisión de CO2 por la combustión. Ante eso, las ciudades peatonales imponen una lógica muy básica: a más peatones menos coches, lo que es lo mismo a un enérgico descenso de los niveles de contaminación. Y también es igual a menos contaminación sonora, pues la mayoría de ésta proviene de los motores y las bocinas, afectándonos anímicamente e interrumpiendo nuestro sueño y tranquilidad.
- Mejora la salud. La contaminación atmosférica urbana aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas, como la neumonía; y crónicas, como el cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares. Además, una cultura peatonal nos incentiva a caminar, o el uso de la bicicleta, algo que no sólo previene enfermedades sino que mejora considerablemente la salud, ayudando con ello a disminuir la tasa de mortandad, pues la inactividad es la cuarta causa de mortalidad en el mundo.
- Generan mayor y mejor convivencia. La cultura del automóvil se impone, por eso hay que enfrentarla saliendo a la calle, caminando o andando en bicicleta, viendo a otras personas. Esta planificación peatonal apuesta por centros urbanos con más espacios de recreación y locales pequeños donde convivir, como bares y restaurantes, lo que ayuda a la economía de los pequeños negocios y hace de las ciudades sitios más seguros.
- Incentiva el amor por tu ciudad. Caminándola o rodándola en bicicleta la conoces en todos sus detalles. Porque no se trata de demonizar las ciudades cuando sólo las vemos a través del automóvil, en momentos de ansiedad y estrés cuando nos trasladamos a toda velocidad o, peor aún, cuando estamos parados en un tráfico complicado.
Distintas ciudades del mundo han promovido políticas públicas para que más personas se trasladen a pie en forma segura y cómoda. El impacto de estas políticas puede verse sobre todo en Europa y en ciudades como Nueva York y San Francisco, donde se ha trabajado para elaborar estrategias que buscan mejorar la calidad de vida urbana. Entre dichas estrategias están:
- Evitar construir manzanas llenas de edificios.
- Los espacios públicos deben tener equilibrio entre el lugar disponible para que circulen los peatones y el que destinan al comercio.
- La construcción de estacionamientos subterráneos o en la parte trasera de los edificios.
- Accesos peatonales claros y definidos.
- Construir líneas de equipamiento para el peatón: bancos, iluminación, señalética, bebederos.
Según un estudio del Observatorio de Movilidad Urbana para América Latina, hoy en día casi el 80% de la población vive en centros urbanos y esa proporción llegará a cerca del 90% en las próximas décadas. Además, de sus 60 ciudades cuatro son “megaciudades” con más de 10 millones de habitantes. Este crecimiento urbano se ha sustentado en gran parte en una cultura del automóvil, por lo cual el continente enfrenta problemas donde no existe un número adecuado de estacionamientos y no hay árboles o espacios de sombra que protejan de los rayos solares, entre otros que problematizan la movilidad peatonal.
Por eso, en América Latina se hace urgente tomar medidas.
– Hace falta una revolución peatonal que resuelva los problemas que conllevan las ciudades caóticamente planeadas y pensadas para automóviles.
– El automóvil exige el 85% del espacio de las calles para apenas el 29% de la población, lo que no es correcto.
Ejercer el acto de caminar diariamente es el comienzo de esta revolución peatonal, que tiene múltiples beneficios más que suficientes para optar por este cambio.
Mg Arq Josefina Ocampo
Magister en Accesibilidad
Maestranda en Política y Gobierno (USPT)
Doctoranda en Humanidades (UNT)
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