Es evidente que al joven arquitecto polaco no le falta imaginación. El asunto, como siempre, fue encontrar alguien que pusiera el dinero para construir una casa más angosta que una bicisenda. Además de eso Jakub tuvo que lograr que la municipalidad de Varsovia aceptara que lo que quería hacer entre dos medianeras separadas por menos de metro y medio podía llamarse casa.
Desde el principio, los únicos que le dieron cauce fueron sus amigos artistas que se entusiasmaron con la idea y empezaron a especular dónde iría el dormitorio, dónde la cocina, el living y el baño. Con la ayuda de un par de curadores de arte, más el llamativo título de “La Casa Más Angosta del Mundo”, el experimento atrajo el interés de diarios y revistas. Así fue cómo apareció un interesado en el proyecto: el escritor israelí Etgar Keret, un valiente dispuesto a vivir en esa grieta.
Claro que no estaba todo dicho. Para las autoridades de Varsovia, la futura Casa Keret no era tan casa como decía Kalib, ni siquiera se parecía a una vivienda. El arquitecto le daba mil vueltas al tema pero no lograba conmover a los funcionarios que, como en cualquier lugar de mundo, aferrados a las matemáticas exigían dimensiones mínimas que el proyecto no cumplía. Tenía 1,33 metro de ancho y en algunos rincones apenas llegaba a los 70 centímetros. Todas violaciones explícitas al Código de Planeamiento Urbano varsoviano.
Pero una vez más, la solución llegó por el lado de sus amigos artistas: declarar la casa como una instalación. Así fue cómo la municipalidad aceptó y el escritor Keret se afincó bastante cómodamente en la grieta de la calle Choldna, en pleno barrio de Wola. La casa cuenta con dormitorio, living, cocina y baño. Eso sí, después de entrar tiene que levantar la escalera y correr algunos muebles. Todo se empuja, encoge y mueve dentro de la Casa Keret ya que espacio no es lo que sobra.
Como los récords fueron hechos para romperlos, el libro Guinness tendrá que corregir la página de las casas más angostas del mundo (si es que existe), ya que este arquitecto polaco, desde lo mínimo, superó a todos. Por empezar, la representante argentina, la Casa Mínima del Pasaje San Lorenzo de San Telmo, quedaría fuera de récord. Sus 2,5 metros de ancho y 13 de profundidad parecen excesivos. Esa miniatura porteña es una de las viviendas más angostas del mundo. Fue construida alrededor de 1913, cuando se decretó la libertad de los hijos de esclavos y muchos dicen que era propiedad de un esclavo liberto, pero puede ser más leyenda urbana que otra cosa.
Otra rival que perdió con la casa polaca fue la campeona de Nueva York, la vivienda del 75 1/2 de Bedford Street. Con casi 3 metros y medio de ancho, fue la vivienda súper delgada del Hemisferio Norte. Esa angostura estadounidense perteneció a figuras de Hollywood, como Cary Grant y John Barrymore, y a varias personalidades de la cultura y del arte. Curiosamente, se acaba de vender en tres millones y medio de dólares; en Manhattan, donde todo cuesta más que lo que vale.
La casa más estrecha de Toronto, con sus 2,5 metros de frente, se vende hoy a casi un millón de dólares. Otra casa muy angosta, en Londres, aumentó un 23% su precio en el último año. Todo indica que lo escaso está en alza.
Pero seguro que el arquitecto polaco no tuvo todo esto en cuenta cuando vio la hendija y le encontró posibilidades. Más bien parece haber querido emular a sus colegas japoneses que tienen una larga tradición de diseño rasgado. No es porque les guste, es porque en Tokio los lotes son muy caros, más que en Nueva York.
Hace diez años, el arquitecto Yasuhiro Yamashita sorprendía con una casa de 3,20 metros de ancho, 29 de largo y un techo afilado que parecía la quilla de un barco dado vuelta. Y eso no es todo, recientemente, en la ciudad de Horinouchi, su colega del estudio Mizuishi Architect Atelier tuvo que construir una vivienda en un lote triangular entre el río y la calle, e inventó un chalecito angosto de dos pisos.
Es decir que Jakud no inventó nada, sino que lo llevó hasta el límite; y ya es muy difícil que su récord pueda ser superado.
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