Las botellas de plástico (conocidas como envases PET) nos han invadido: a la orilla de los caminos, flotando en los lagos, obstruyendo desagües, ensuciando parques… Es cierto que mucha de esa mugre de plástico es causada por la desidia: no parece haber forma de que los tucumanos nos hagamos cargo de mantener limpia la ciudad (y la provincia) donde vivimos. Pero incluso si tiráramos la basura donde corresponde, las botellas se acumularían en los vaciaderos. Hoy queremos mostrarte cómo podemos hacer con ellas algo útil.
Se trata de transformarlas en ecoladrillos: se las rellena con otros residuos (todo sirve mientras no sea orgánico) o con arena y se las usa para levantar muros (siempre que no sean estructurales), y techos en forma de bóveda. Se colocan a lo ancho y alternadas, para que las paredes queden uniformes: una hilera con la base hacia el frente, la otra, con la tapa, y así sucesivamente. Se pegan igual que los convencionales o los adobes. Para un metro cuadrado de muro se necesitan entre 80 y 100 botellas de 1½ litro. Una vez terminada la pared se la cubre con malla de gallinero y se revoca.
Esto no es nuevo. Lo interesante es que se está aprovechando para solucionar a la vez dos problemas: la contaminación y la falta de vivienda en poblaciones de bajos recursos. Países tan distantes como Nigeria y Bolivia, Uganda y El Salvador -por nombrar algunos- llevan adelante proyectos comunitarios en este sentido.
“No tengo noticias de que se haya hecho algo así en Tucumán, y menos a escala barrial”, reconoció la arquitecta Lucía Toppa, profesora asociada a cargo de la cátedra de Construcciones I de la FAU. “Nosotros dictamos electivas sobre arquitectura sustentable, y los alumnos participan activamente construyendo según esas características. Estamos trabajando en plazas de Yerba Buena, pero es difícil crear conciencia”, añadió. Destacó que si hubiera interesados en esta modalidad constructiva con botellas, ellos están en condiciones de capacitarlos. “Se podría trabajar con cooperativas, o con grupos de vecinos… Habría que lograr un lugar de acopio y rellenado de envases… pero se puede hacer. Insisto: el mayor de los problemas es crear conciencia”, puntualizó.
“Un litro de luz”
Buen nombre para otro proyecto ingenioso en favor de los que más lo necesitan. En Filipinas (también hay ejemplos en Brasil) lo llevan adelante estudiantes del MIT (Massachusetts Institute of Technology) para iluminar casas sin ventanas de villas de emergencia: colocan botellas sin color llenas de agua con tres cucharadas de lavandina perfectamente ajustadas en un agujero del techo. Los rayos del sol chocan con el agua y generan una refracción horizontal de 360º que ilumina toda la habitación, la lavandina evita la formación de moho durante cinco años. Si bien es cierto que solo sirven de día, un dato muestra la trascendencia del proyecto: en Manila, capital de Filipinas, tres millones de casas no tienen electricidad… ni ventanas; la única manera de obtener la luz es dejar la puerta abierta. Esta bombilla, aunque no funcione de noche, les cambia la vida. Se han instalado más de 10.000 botellas en techos filipinos. Los que las tienen aseguran que el resultado es tan brillante que hasta cuesta trabajo mirar las botellas.
Claudia Nicolini
(Fuente: La Gaceta)
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