
Una ciudad para y desde las personas, se logra trabajando de manera participativa en los proyectos, con ejes bien definidos: espacio público, infraestructura y transporte público de calidad.
Las ciudades latinoamericanas son económica, social y ambientalmente casi insostenibles y muy vulnerables. Tienen su futuro comprometido porque el principal problema que enfrentan para poder lograr un modelo urbano sostenible es que no tenemos conciencia de la gravedad de la situación actual; no conocemos en forma cabal el daño ambiental, social y cultural que estamos atravesando. No somos conscientes de la relación entre la insostenibidad social, económica y ambiental; y, por lo tanto, como sociedad no somos conscientes de que tenemos que emprender acciones decididas e interrelacionadas para iniciar el proceso de transición del modelo económico, social y ambiental de la ciudades que tenemos, para conducirlas hacia un modelo de ciudad habitable y sostenible, ecológica.
El primer reto a afrontar, es iniciar el proceso de transición, mediante un cambio del modelo político, el paso hacia una democracia participativa, en la que a la ciudad la pensemos, sintamos, deseemos, decidamos y construyamos entre todas las personas que la habitamos; esto se podría definir como Urbanismo Participativo. El inicio del proceso de participación nos permitirá comprender nuestros problemas, detectar nuestras fortalezas y aprovechar las oportunidades que van a surgir en el cambio de modelo para activar la economía orientándola en una nueva dirección.
Los propios habitantes de la ciudad se sienten diferentes, creen que sus derechos no están siendo respetados y se habla de desigualdad social, que se expresa espacialmente con barrios para ricos, barrios para clase media y barrios para pobres, separados entre sí, incluso con barreras físicas; la insostenibilidad social se agrava y genera inseguridad. El sentimiento de exclusión de los habitantes de los barrios más desfavorecidos genera ambientes de vida depresivos y constituyen bombas sociales.
Todo proceso de transición urbana hacia la sostenibilidad debe:
- priorizar la intervención en los barrios,
- propiciar buenas prácticas con un enfoque global y participativo
- propiciar la capacidad de auto-organizarse y auto-gestionarse entre los vecinos, con el apoyo y acompañamiento técnico de profesionales,
- lograr el compromiso de las instituciones.
No somos conscientes de que las ciudades crecen desmedidamente y los problemas se agrandan y agravan, desde la recolección de residuos, la energía, el transporte, la comunicación. No somos conscientes del crecimiento exponencial en el consumo de agua potable.
El reto que afrontamos es cómo transformar este modelo en un modelo ecológico de ciudad, que además sea accesible, y con la posibilidad de que sus ciudadanos puedan realizar sus actividades con independencia y autonomía.
Transformar las urbanizaciones en barrios y que éstos sean ecobarrios
La gente, los usuarios, deben lograr que en los procesos de diseño y de planificación urbana se intensifiquen los siguientes criterios:
- Rehabiliten los edificios con criterios de eficiencia energética y accesibilidad universal, promoviendo la construcción eficiente.
- Transformar el espacio público, potenciando las caminerías peatonales y la movilidad en bicicleta, en alianza con el transporte público.
- Promover una alimentación saludable.
- Lograr la autosuficiencia energética, poniendo techos solares, promoviendo las cooperativas de productores-consumidores de energía.
- Fomentar el comercio y los talleres de barrio, impulsando su transición hacia la economía del bien común.
Todo ello con un proceso participativo que promueva la educación socio-ambiental en alianza con centros barriales. Las políticas urbanas deben permitir replantear sustancialmente el sistema de espacios públicos en las ciudades y poner claramente de manifiesto el interés sobre éstos, constituyéndose proyectos en la transformación de la ciudad.

Para construir este modelo de ciudad, necesitamos saber dónde estamos parados, necesitamos entender qué ha fallado y qué se necesita; en pocas palabras: necesitamos hacer un análisis profundo y veraz de la situación actual; entender la dimensión del problema; vivir en una ciudad socialmente equitativa, que combine variables arquitectónicas, urbanísticas y ambientales, que además se ajuste a procesos de planeamiento modernos e inclusivos.
Esto se debe traducir en que:
- la gente tenga espacios para la movilización peatonal,
- escenarios para el esparcimiento,
- zonas verdes para la gestión ambiental,
- servicios públicos de buena calidad,
- vías amplias para el tránsito automotor,
- sistemas de transporte público confiables y
- legalización y formalización de las zonas marginales.

Esa ciudad debe estar abierta a debatir sobre si su gestión urbana debe propiciar la Dispersión o la Concentración. Tiene que tener un balance real de su mobiliario urbano; ser capaz de mapear la disponibilidad de tierra; actualizar las divisiones catastrales, sin afectar la salud económica de las familias; intervenir decididamente sobre los procesos de gentrificación urbana para evitar conflictos de convivencia local. Lo ideal es vivir en una ciudad donde prevalezca una Administración de Consensos y Objetivos; donde se privilegien acciones culturales y se respete la relación entre Diferencia y Diversidad; y donde se piense el desarrollo en función de concertaciones regionales para la complementariedad, el emprendimiento y la competitividad.
La decisión de vivir en una ciudad que cumpla con estos requisitos está en cada uno de nosotros. En muchas regiones del mundo han logrado que las ciudades sean verdaderos espacios de convivencia y de buen vivir.
Mg Arq Josefina Ocampo
Magister en Accesibilidad para Smartcity (Universidad de Jaén)
Doctoranda en Humanidades (UNT)
Maestranda en Política y Gobierno (Universidad San Pablo T)
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